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RESEÑA

ESCULTORES, PINTORES Y ARQUITECTOS BOYACENSES 

En los primeros trazos artísticos del hombre, la cultura y las costumbres se fusionaron en un haz de inspiración, sensible a las raíces y altivo de la raza, ese mismo sentimiento de pertenencia a un todo, fue, es y será el estimulo para la modelación de los grandes monumentos humanos.
En la memoria de este país multicultural como lo es Colombia orgullosa de ostentar un largo bagaje de creativos y artistas, permanece sereno e inmortal el legado de un cien número de escultores, pintores y arquitectos boyacenses, hombres como Jorge Ruiz Linares, Gabriel Serrano Camargo y Julio Abril Mayorga recogen en sus obras la historia, la pasión y la firmeza de toda una región, Boyacá.
Hablar de la escultura del chiquinquireño Julio Abril y del muralismo del colombiano Rómulo Rozo, es pensar en hombres que como artistas tiene la agilidad y la pasión de revivir los valores de la raza, la tierra y el indigenismo, y decimos esto porque en sus obras se respira la preferencia por la raza indígena y toda su cultura, esta tendencia por lo indigenista fue denominada “el bachuismo“ nombre inspirado en una obra de Rozo, que gracias a la conjunción de ideales de escritores y al aporte fundamental de los artistas, mantuvo una línea de trabajo fiel a convicciones y valores de la nacionalidad, pese a no haberse consolidado como un grupo cohesionado y estatuido bajo parámetros estéticos estrictos.
Así es la escultura de Julio Abril desde nuestro punto de vista es admirable pues ese arte revivido desde  los valores naturales del terruño, tal como los chibchas lo habían concebido en su momento, la consideramos otra opción nacionalista, igualmente válida, pues de cierta forma representa la realidad de nuestro presente, definiéndola desde el mestizaje y sus connotaciones desde  lo popular de nuestra cotidianidad.
De él  dijo El mexicano Diego Rivera: “escapo a la conquista y su escultura de forma plena y rica, de sentido monumental y llena de ternura indígena, hace olvidar cualquier discusión legislativa en la lengua muerta; porque en Julio Abril habla la nueva plástica su lenguaje vivió a través de milenios de historia”
Ahora bien, en el campo de la arquitectura destaca el arquitecto boyacense Gabriel Serrano Camargo, quien en 1933 estableció, con el arquitecto Camilo Cuéllar Tamayo y el ingeniero José Gómez  Pinzón, la firma Cuéllar Serrano Gómez. A cargo de esta firma encontramos edificaciones bogotanas como la sede de Jockey Club, los hospitales San Carlos (1941), San Juan de Dios (1948), San Ignacio (1950), San Rafael y Simón Bolívar, y las clínicas David Restrepo (1950), San Pedro Claver y Colsubsidio, otro campo de especial importancia en el trabajo de la firma Cuéllar Serrano Gómez fuel el de los edificios para oficinas, En este campo se destacan la  sede para el Banco de la Republica en Barranquilla (1949), el edificio Seguros Bolívar (1956), Acción Cultural Popular (1957) y, especialmente el edificio Ecopetrol en Bogotá (1957).
En nuestra opinión Serrano Camargo puede ser catalogado como “ Pionero principal de la arquitectura moderna en Colombia”, ya que si observamos su trabajo encontramos una perfecta combinación de lo más exquisito de las formas arquitectónicas de la décadas 30 y 40, esta tendencia de “retomar” los estilos “ingles” y “neocolonial” fue denominado ECLECTICISMO, lo más contundente de su obra fue que marco un giro significativo en la forma de construcción colombiana al incorporar nuevas posibilidades tecnológicas y el desarrollo de una estética sensible dentro de su austeridad y por un impecable manejo funcional de cada una de sus obras, sin duda alguna es un digno representante de la raza boyacense e informal artífice de la modernidad colombiana.
Por último. Destacamos entre los principales ilustradores de textos a Jorge Ruiz Linares, boyacense, quien se había iniciado en el dibujo como caricaturista en los años del Colegio Boyacá en Tunja, descrito por muchos de sus amigos como un gran conversador, de apuntes oportunos e inteligentes. Bohemio pintor y profesor especialmente de retratos entre sus trabajos encontramos: Escudo Oficial de Tunja; Mural en la escuela de Bellas Artes de Bogotá, ejecutado junto con Roberto Zagarra; Dibujo de Hernando Domínguez Camargo en la academia de Historia; numerosos dibujos para ilustrar las páginas literarias “El Tiempo”.
Desde nuestro punto de vista en el retrato fue el campo donde Ruiz Linares en el que mejor se desempeño ya que muestra la fuerza expresiva y el conocimiento de la materia que el artista poseía. Al mirar con detenimiento los que dejó en muros de academias y cuerpos colegiados, sorprende el enfoque moderno y audaz con que aprisionó a sus modelos, bien lejos del convencionalismo y acartonamiento de cuanto se había hecho en este trajinado renglón del arte.
Introvertido y voluntariamente incomunicado, trabajaba en la frialdad del taller, con ventana sobra la calla de los hacedores de guitarras y tiples, Allí lo encontró la muerte frente al lienzo en blanco sobre el caballete en el día de inocentes de 1995.Punto final del tránsito discreto de un gran pintor, de esta forma es recordado en las páginas de el periódico El Tiempo, y seguramente en todos los corazones colombianos.